-¿Cuál es su nombre?
-Margarita Restrepo.
Un escalofrío le subió por la espalda a la despachadora de los jubilados, quien atiende a esos que cada tres meses se reúnen en un salón amplio y lleno de sillas a certificar que están vivos. A recibir una liquidación y a firmar la supervivencia porque llega una época en la que no se vive -sino que se sobrevive- y eso hay que demostrárselo al mundo.
La despachadora entendió que no era un espectro.
-¿Cómo así?, ¿se murió Margarita Restrepo? Dijo su homónima, dos años más joven.
-¿Usted la conoció?
-Claro, como era de animada. Siempre nos llegaban trocados los papeles a la clínica.
El encuentro cada tres meses es la oportunidad de tomar tinto y hablar de la vida, de las compañeras y compañeros, de la placidez y tranquilidad que les tocó en suerte. Del goce que ahora tienen que certificar.
Con los años los jubilados miran a su alrededor y observan con angustia o con indiferencia, según se vea la muerte, que están solos, que los amigos ya partieron al igual que los hijos y que no queda mucho tiempo.
-Sí. Margarita Restrepo se murió: sufría del corazón y le estaban haciendo un cateterismo, presentó un paro cardiorrespiratorio y no fueron capaces de sacarla. Dijo una amiga del piso en el que trabajaba, que también estaba en el salón declarando su supervivencia.
-¿Cómo así, y eso hace cuánto fue?
-Como tres meses. Ella estaba jubilada hacía seis años.
Fue muy poco tiempo de descanso, luego de una vida completa dedicada al trabajo.
Noviembre 2 de 2011.
Nota: En el 2012 fue aprobada en Colombia la ley antitrámites que abolió la declaración de supervivencia. Fue el alivio para muchos ancianos enfermos o con dificultades de movilidad , y la tragedia para las recién jubiladas que ya no ven a sus excompañeras, y que se perdieron un tinto conversado cada tres meses.
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