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Mostrando las entradas de febrero, 2012

El niño que vi sentado a mi lado

Regresaba del trabajo e iba rumbo a casa. Venía algo contrariado porque salía tarde y llegaba, apenas, al que un día fue mi hogar. Me senté en la penúltima banca del bus. A mi lado un chiquillo de menos de 12 años regresaba de su trabajo. Olía a labor, al sudor que le dejó el día. Tenía unas ojeras peores que las mías y una mirada perdida, triste, que salía por la ventana del bus. Me obligó a guardar silencio. A pensar lo bien que estoy, lo bien que vivo. Mi ser, doblemente contrariado, me obligó a escribir estas líneas.