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Mostrando las entradas de julio, 2018

Recuerdos de la Familia Cano Guzmán Ardila García

Medellín, julio 22 de 2018. Querida Familia, Gracias por estar aquí. Hace 10 años la prima Rosa María y yo nos encontramos para trabajar en un sueño: reconstruir la historia de la familia. El video que hoy veremos estuvo en riesgo de no ser realidad; incluso, en el camino se nos adelantaron dos tíos –Lucía y Diego– así como Henry, Pedro, Diana y Sebastián (sin contar obviamente a Ita, Monra y Rosita).  Rosa viajó lejos pero hoy en su maestría sigue trabajando en la genealogía y el álbum familiar. Yo me quedé con ese compromiso. Gracias de corazón a quienes ayudaron para que hoy estemos aquí, y para que este video sea realidad.  Lo mejor que pude hacer está aquí. Al final, comprendí que no existe una historia o la historia de la familia, sino un montón de recuerdos que permanecerán en nosotros hasta el día de la partida. Aquí no buscamos contar historias de seres perfectos, sin errores ni tachas. Aquí cada uno ha vivido su historia y la de su familia, con sus

A Ella

La verdad se nos revela, lo que sea que esto signifique, porque la buscamos y también porque la sabemos esperar. A ratos esquiva, a ratos presta y desnuda como la vida misma, que a veces nos suelta las pistas, y otras veces las vuelve acertijo. Aún lo ama. Lo dicen sus ojos, lo cuenta su cuerpo. Él es de la disciplina que atrae, la fuerza que seduce, del orden que todo lo puede y que alcanza los objetivos. Él es el de ser puntual en lo que quiere: como la flecha que acierta en la diana, como el infante que cumple con lo encomendado, como el militar que -con honor y valentía- cumple y se cumple. Son del mundo del honor, de los guerreros, de los gladiadores, y también de los caballeros que aprenden a matar y a morir. Son también la tristeza detrás de tanta honorabilidad, la fragilidad detrás de tanta fuerza. El deseo desbordado que conduce al desorden, que los hunde en el fracaso. ¿Dónde quedaron los sacrificios por amor? ¿Qué hay de la entrega de la vida por acompañar al otro? En

Que no regrese el miedo a Ituango

En marzo de 2018, luego de regresar de un viaje Ituango, escribí estas líneas. Ahora, con los recientes asesinatos de dos líderes comunitarios en el municipio , volví a él, y quiero compartirlo aquí. Llevábamos dos años felices, se sentía en el ambiente: la gente ya se quedaba hasta más allá de medianoche en los parques, en la peatonal y en los bares. Estábamos haciendo trabajo rural y fuimos a veredas a 9 horas de camino, lugares a los que no habíamos ido nunca porque la guerrilla no dejaba. Sé de una mamá que vio partir a su hija a los 12 años, y que preparó el regreso que muchas noches soñó, simplemente para tenerla al lado, hacerle el desayuno y conversar un rato. Ya no iban a hablar del monte y sus azares, sino del estudio, de los amigos, del futuro porque la promesa era –y quiero creer que sigue siendo– que hay un futuro. Tal vez fuimos muy cándidos. Empezó a llegar gente rara, que muchos no dudan en tildar de “paracos” y comenzó la matazón: selectiva para darle a la