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Mostrando las entradas de febrero, 2010

Libertad de expresión, ¿hasta qué trazo?

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La caricatura nos hace la vida más fácil: sintentiza lo humorístico y lo potencia, o también le da aún más fuerza a lo escabroso. La materia prima siempre es la misma: unas cuantas líneas que separadas resultarían hasta inocentes. Aquí les comparto el link de la conferencia de Vladdo y Plantu, reconocido caricaturista francés que trabaja en Le Monde. Ambos estuvieron en Medellín hace unos días conversando sobre el oficio de ser caricaturista.   Libertad de expresión, ¿hasta qué trazo? Para antojarlos a entrar al artículo algunas frases: “Para los caricaturistas de El Colombiano tampoco hay libertad de prensa porque les prohíben hablar de temas que afecten o perjudiquen la imagen de la Iglesia” , Vladdo. “Yo me pongo límites a la hora de hacer una caricatura porque hay tiempo para llorar y tiempo para criticar. Uno no puede sacar todo de forma desordenada en nombre de la libertad de pensamiento, hay un tiempo para todo”. Plantu, caricaturista de Le Monde. Ojalá que lo disfru

Polidoro y el dolor de Medellín

Lo obligaron a que les bailara y les cantara. Lo obligaron a que llamara a la casa y preguntara por uno de sus hermanos mayores, al que buscaban, que no estaba en el hogar: -Mijo, véngase rápido para la casa. -Sí mami, yo ya voy para allá. Lo ataron a un poste de pies y manos. Indefenso, le dieron dos tiros en la cabeza. Tenía diez años y lo último que hizo en su vida fue jugar un partido de fútbol con sus amigos. Sucedió el jueves 18 de febrero de 2010  en el sector Juan XXIII de la Comuna 13 de Medellín. ¿Qué pensaron sus asesinos para llegar a tal punto de cobardía?, ¿cómo entender esta enquistada, ciega, maldita y estúpida violencia que nos roba a los más jóvenes, a los que son la esperanza? Ayer, viendo la obra de teatro Hécuba de Hora 25 pensaba en la madre de ese pequeño que, como la reina de Troya, sólo se reencontró con él cuando ya estaba convertido en un cuerpo inerte, cuando ya se habían fugado de esos ojos los rastros de la alegría permanente que tiene la niñez. La guer

El mismo lugar, el mismo día, dos horas diferentes.

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Los colores del mundo cambian con las horas, con los minutos, con los momentos. Los colores del atardecer no sólo se manejan por el mandato del sol: aquel que vive y siente pinta los días a su antojo. Por eso si se está triste no hay más color que el gris (aunque la tarde sea luminosa), por eso si se está feliz no importa la lluvia o la aparente insipidez de la tarde: pase lo que pase ésta no dejará de ser hermosa. Aquí el mismo lugar, el mismo día, dos horas diferentes.

Tu rostro

Ver tu rostro y no reconocerte. ¿Dónde estás o dónde está la que eras? La cara y el cuerpo me engañan, no sos la que busco ni la que espero. Andate. La que quiero al parecer se quedó en mi recuerdo y no volverá nunca más. (Dic. 2/2009)

Reencauchando la violencia

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Hoy, al ver que Rosario Tijeras llega a las pantallas de los colombianos, siento que nunca vamos a avanzar, que nos mantendremos en lo mismo: no nos cansamos de ver la violencia en Medellín -que el año pasado dejó más de 2.000 asesinados- para continuarla en las pantallas de la tele, como si las balas y los muertos fueran un juego, como si la ciudad no aprendiera las lecciones que paga con sangre y con lágrimas.