Asuntos cotidianos

Por quinto año consecutivo un grupo de ciudadanos, tuiteros y blogueros del Valle de Aburrá registraremos mediante fotografías, mensajes por redes sociales, audios y videos la alborada decembrina.  Conoce por qué hacemos #Alboradaresponsable desde el 2011. Para sumarse, solo debe seguir estos tres pasos: : 1. Identifique el lugar en el que estará a la medianoche del 30 de noviembre y desde donde hará su reporte para hacer visible la quema de pólvora, supuestamente prohibida en la ciudad. También, si eres dueño de alguna mascota, puedes contarnos dónde estarás con ella y cómo viven la alborada.  2. Cuéntenos de su idea de ser voluntario en alboradaresponsable@gmail.com - canocarlosmario@gmail.com , o en twitter a @carlosmariocano . Otro espacio es un comentario en este blog. Este año también podrán enviarnos sus reportes vía Whatsapp al número 321 799 84 47 3. Grabe con su celular, grabadora de voz o cámara de video la quema de pólvora a la medianoche del 30 de novie

(Notas del 24 de marzo de 2014. Que resucitaron esta semana por cuenta de un asesinato, a golpes, de un habitante de calle por la carrera 70 de Medellín.) Los trociaron como animales. Su carne -desperdigada en una calle de La Minorista- no valía nada. Mataron a cuatro habitantes de calle como si no valieran nada. Es que en esta sociedad valen menos que los animales, y su muerte es una noticia indignante -pero menos importante que los animales muertos por la sequía en los Llanos Orientales-. ¿Para qué el Foro Urbano Mundial en Medellín si no somos capaces de valorar hasta el más vulnerable de los habitantes en nuestra ciudad?

(Fragmento de un cruce de correos que tuve con mi amigo Daniel Luján, que ahora trabaja en TV Agro). Has bien tu trabajo allá porque de él depende la vida de mi vecino Don Héctor es mi vecino desde hace varios años, no le conozco más de cinco oraciones juntas pero tengo claro que TV Agro es su canal. Nació y creció en Urrao, pero la vida lo puso en los aserríos del Chocó, donde iba a quedarse durante varios meses en los que doña Aura, su esposa y mi vecina, se quedaba sin saber nada de él mientras criaba a Roberto y a Gloria, los hijos. Él le ha contado a mi mamá que tumbaban los árboles y los ponían a viajar río abajo, que conoció los peligros y la belleza de la selva y que ya no tiene las fuerzas para meterse por allá. Los años lo dejaron sin posibilidad de trabajar más, y la familia decidió venirse para Medellín. El espíritu de don Héctor, del río y de la selva, quedó metido en ese cuerpo enjuto que le dejaron los años y en las piernas engarrotadas que lo hacen caminar