A L., que me dio la idea sin darse cuenta.
Quisiera, como caramelos de un álbum, cambiar mis sentimientos repetidos. Fijarlos en mi vida y dejarlos allí como objetos de museo, piezas fosilizadas, pasado inofensivo.
Quisiera buscar los caramelos más escasos todos los días y llevar conmigo el papelito que me dice cuáles son los repetidos y cuáles los faltantes, para no caer de nuevo en los mismos y no creer que ya he sentido lo que nunca.
Quisiera poder sentarme y compartir mi álbum con mis amigos y con aquellos que amo: huellas en el alma de que he vivido y que aún me falta por vivir.
Quisiera regalar mi álbum y comenzar con otro nuevo o intercambiar sin ventajas y por pura amistad.
Quisiera no tener que tranzar con los que hacen de los álbumes negocios y venden los caramelos a la medida -sin sorpresas, profesionalmente- y que incluso te lo pueden entregar lleno con mero interés de coleccionista.
Quisiera no tener que comprar los caramelos por cajas para no tener nada seguro y no llenarme de repetidos que no necesito, ni quiero guardar.
Quisiera ver mi álbum lleno y a la misma vez vacío para sentir que lo he vivido todo, y que es solamente el principio.
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