Día 1
La solidaridad se está acabando: al últmo entierro solo fuimos cinco pensionados, cuando él era conocido de todos y era hijo benemérito de Rionegro. Por eso es que yo no creo en eso del correo electrónico, es mejor la llamada para avisarle a la gente cuando llegan este tipo de noticias.
En la Asociación nosotros tenemos presupuestados entre 4 y 5 muertos al año. Cada vez que alguien muere, le entregamos a la familia los 350 mil del seguro, y luego las acciones o parte de los aportes que hicieron. Claro que también a las viudas las invitamos a afiliarse, algunas aceptan por los paseos, las actividades y las brigadas que hacemos. Se han dado casos en los que las viudas han conseguido novios, porque aquí a todos los acogemos. Incluso visitamos a nuestros socios lisiados, o en franco deterioro.
Lo hacemos por el siguiente será cualquiera de nosotros.
Día 2
De alguien que no vende su conciencia
Tiene la fortaleza de aquellos que aceptan y disfrutan su soledad; el candor y la inocencia de creer en la bondad del hombre, y la claridad de que la ternura y el amor tienen más de sacudir espíritus y menos de endulzarle al otro la vida, o mostrarle su lado amable.
“El mundo es cruel” y “La vida es amarga, como el café” son dos de las frases que más repite el coordinador LEV, quien se identifica con Gargamel pero se refiere a sus estudiantes como “suspiritos” y “gnomos”.
No descansa porque su vida, desde cuando era sacerdote, tenía por misión enfrentar el capitalismo y llevar el mensaje de un Cristo liberador, y de un Dios que nos pide adelantar el cielo a la tierra, en forma de lucha social.
Día 3
El mar le traía recuerdos de otros tiempos, de aquella época en la que vivía con sus dos papás y era feliz. Ahora, junto a su esposa y a su hija, regresaba a la playa: más de 20 años pasaron sin encontrarse con el océano, el mismo tiempo en el que él permitió que se malograra la vida.
¿Quién va a querer eso? En teoría, nadie, pero sus pérdidas comenzaron cuando él construyó su vida al antojo de su mamá. Luego, de la empresa en la que trabajó 10 años –hasta que lo echaron– y por último de su esposa. Su único acto soberano, en todo este tiempo, fue coleccionar piedras con formas extrañas, que fue poniendo en repisas, hasta tener que conseguir nuevos estantes que nunca dieron abasto.
Día 4
Se alejó del mundo que amaba por un profesor que le cortó las alas en la Universidad. Desde ese momento se preguntó por la real fortaleza de sus sueños, y por la debilidad de su aguante, que terminó cayéndose en un aparente orgullo, que no era otra cosa sino un profundo miedo de reconocer su vacíos y saberse vulnerable e inexperta frente al tema que amaba.
A la primera oportunidad se alejó y cortó para siempre su vínculo con el cine. A ratos, cuando recuerda, parece hablar de otra persona, y de una vida ya muerta.
Ya casi nunca se pregunta qué hubiera pasado de seguir esa senda.
Día 5
Temía llegar a oler como huelen los ancianos. Por eso, cada que podía, se echaba splash por todo el cuerpo y en cantidad suficiente como para dejar perfumado el apartamento.
No lo ha querido reconocer, pero ella ya ha comenzado a sentirlo, especialmente al despertar y en tardes calurosas en las que regresa su olor primitivo, el que le dice en silencio que el paso del tiempo es implacable y que es inminente la vejez (y con ella la muerte).
Sus hijos no entienden el porqué ya no le alcanza para el mes el frasco de colonia moderna. Con el tiempo, ella comienza a percatarse de lo inútil de su estratagema.
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