La vida es como el Uno porque no es del todo azar ni del todo certeza. A algunos les duele porque no tienen el poder en sus manos y no pueden controlarlo, otros desesperan porque no lo entienden y no tienen con qué enfrentarlo.
La vida es como el Uno porque las cartas cambian de mano, de dueño, y lo que no supiste manejar otro le encuentra la forma, le saca el provecho y el mayor goce.
La vida es como el Uno porque solo lo juegas y disfrutas con los otros, porque ponés las reglas y algunos disfrutan rompiéndolas y otros obedeciéndolas "juiciosa" y obcecadamente.
La vida es como el Uno porque siempre habrá sumas que sentirás como fardos que luego entenderás, ceros que te llenan de vacío (que te recuerdan que lo seguro es solo apariencia) y sietes -y como ésta todas las nuevas reglas que lleguen- en las que pactás con el otro, en tratos desiguales, porque uno en la vida, si no quiere sufrir tanto, debe dar sin esperar nada a cambio, y debe jugarse sin reprocidades y sin pensar en ningún espejo.
En fin, la vida como que sí se parece al UNO y, en lo que más son similares, es que ninguno de los dos se puede tomar del todo en serio, como le leí a alguien de quien ya no recuerdo el nombre: "la vida no hay que tomársela demasiado en serio, igual no vamos a salir con vida de ella".
Y así, mientras tanto, guardamos las cartas, y hasta el próximo juego.
*De ninguna manera puede tomarse como una publicidad. Qué le hacemos si gracias al Uno nos hemos reído tanto. Y esto solo ha sido posible gracias a mis amigos, a los que agradezco en este espacio por su grata e innolvidable compañía.
La vida es como el Uno porque las cartas cambian de mano, de dueño, y lo que no supiste manejar otro le encuentra la forma, le saca el provecho y el mayor goce.
La vida es como el Uno porque solo lo juegas y disfrutas con los otros, porque ponés las reglas y algunos disfrutan rompiéndolas y otros obedeciéndolas "juiciosa" y obcecadamente.
La vida es como el Uno porque siempre habrá sumas que sentirás como fardos que luego entenderás, ceros que te llenan de vacío (que te recuerdan que lo seguro es solo apariencia) y sietes -y como ésta todas las nuevas reglas que lleguen- en las que pactás con el otro, en tratos desiguales, porque uno en la vida, si no quiere sufrir tanto, debe dar sin esperar nada a cambio, y debe jugarse sin reprocidades y sin pensar en ningún espejo.
En fin, la vida como que sí se parece al UNO y, en lo que más son similares, es que ninguno de los dos se puede tomar del todo en serio, como le leí a alguien de quien ya no recuerdo el nombre: "la vida no hay que tomársela demasiado en serio, igual no vamos a salir con vida de ella".
Y así, mientras tanto, guardamos las cartas, y hasta el próximo juego.
*De ninguna manera puede tomarse como una publicidad. Qué le hacemos si gracias al Uno nos hemos reído tanto. Y esto solo ha sido posible gracias a mis amigos, a los que agradezco en este espacio por su grata e innolvidable compañía.
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