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Escritos de otro tiempo, o del mismo II.

Revisar libretas es mi tarea por estos días que no tengo acceso constante a la red.

Por ahora comparto aquí notas y escritos de otro tiempo.

Febrero 6 / 10.

La flor no tiene prisa, sabe que tarde o temprano su fuerte corola se abrirá, sabe que su sexo estará expuesto y dispuesto para poder volverse alguien -no importa que sea tan indeterminado o tan mínimo para el vulgo como una semilla que siempre es más potencia que acto-.

El color verde lentamente palidece, luego llega el amarillo, unas veces tenue, otras veces fuerte. La flor no abre sus pétalos de una vez, es un proceso, un padecer, un madurar. Lo que nunca hace es detenerse: sabe que le llega el goce, y con él la muerte, sabe que la vida es muerte y que la muerte no es nada (y a la vez significa todo). Sabio silencio el del lirio que sabe vivir y padecer aceptando el ineluctable devenir del tiempo.

Por eso me parecen ridículos ciertos hombres y mujeres que no viven su tiempo, que aceleran sus ritmos, que vulneran su naturaleza como si al correr evadieran la muerte, como si produciendo más alcanzaran la eternidad en la tierra. Algún día el hombre no será ni siquiera recuerdo, la tierra dejará de llamarse así y el universo será nuevamente silencio.

(¿Y qué del lirio que nunca floreció?..)

Febrero 26 /10

Tregua

Hoy quiero pasar el día de agache. Saltar horas, olvidar la mañana, perderme del mundo noticioso y regresar impune.

Hoy prendí la radio por reflejo, 10 minutos de noticias y lo apagué.

Hoy tengo un NO en los labios, NO a clase de inglés, NO a clase en la U, NO a entrevistar a nadie, NO a todo y a nada.

Tengo sueño, y ganas de nada.

El día no provoca, entre sueños ya estoy en el segundo piso de Medellín, abro los ojos y estoy a una estación de mi destino. San Juan, vista con estos ojos borrosos y confusos, se ve hermosa.

"Próxima estación Parque Berrío" y ya todo empieza a mejorar, abro los ojos y veo las caras de la gente en El Metro, frente a mí está un chiquito de ayer que ya mide más de un metro con ochenta hoy, recuerdo su rostro y me digo que a él le enseñé a jugar basket. En mi banca todos íbamos dormidos, me levanté confuso... 5:57 a.m. A caminar rápido.

A las seis una llamada para la cajera de El Metro le sacó una sonrisa: estaba de cumpleaños. En el parque estaba una paloma sostenida en una sola de sus patas. Bajando pienso que la cosa va mejorando, un hombre -el de los jugos y el guanabanazo- ya está poniendo los carteles de su "chuzo". En el atrio de la Candelaria los vendedores de tranquilidad vía estampas y velas se organizan.

Boyacá tiene habitantes que despiertan de a poco. Para ellos no hay tiempo ni afanes. Miro al cielo y ya está poniéndose claro, encuentro sin buscarla una moldura de líneas punteadas, está en la parte superior de la iglesia. Casi al final de Boyacá me encuentro un charco enorme: calle antigua, pero mal diseñada.

Voy con los que van tarde, bendita costumbre antioqueña que no se olvida. Cojo La Playa, no está el vendedor de periódicos de seiempre que se parque en el cruce de esta avenida con Junín: está enfermo o perdió su plante.

Dos pasos después tengo una visión fantasmagórica: tres hombres dormidos sobre las bancas de los emboladores no tienen cabezas, uno de ellos no tiene brazos. Se les encogieron de aguantar frío. Al lado un policía habla por celular con su novia, la despierta y le da el primer saludo del día.

Un celador y una señora toman tinto, se miran furtivamente, son amantes. Una joven de rosa, tetona y organizada, camina con afán en sentido contrario al mío, va tarde.

Llego a la Oriental y noto un puesto gigante de comidas y fritos que aprovechan los comensales nocturnos o madrugadores. Paso, "Oda al amor", hombre cubierto con bolsas plásticas, Camus, galleta de ajedrez, trabajadora de panadería que me mira cuando la miro. El Palo, borraron el grafiti, lo dejé perder sin tomarle foto.

Cambio de acera, olor de vapores extraños saliendo por algún lugar que no identifico. "Así es el NY de las películas, con vapores saliendo por todos lados", paso por ¿Córdoba? Me perdí al señor del sombrero que siempre pasaba con su "chaza" frente a mí. Ya está instalado, media cuadra más abajo, listo para vender. (Voy tarde). A media cuadra un trabajador de Empresas Varias ayuda a quitar seis candados gigantescos que le dan seguridad al restaurante de la esquina.

Hoy me cambiaron el guardián flaquito y alto por un morenito que me produce risa. Ascensor, cinco mujeres, al llegar al quinto una aprieta el sexto. Puerta del salón, "voy tarde" pero sólo me encuentro dos estudiantes más.

Tengo sueño, no hice la tarea, pero ya voy menos aburrido, después de todo el mundo es muy sugerente.


A todos Feliz 2011. Y disculpen la intermitencia de estos días, estoy sin computador porque se me dañó.

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