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Los Juegos Suramericanos llegaron a su fin...


Y se llevaron la alegría de la gente que llenó los escenarios. El aire de fiesta -que estuvo presente por dos semanas en casi todos nosotros- se desvaneció de un golpe, apaciguado por la pereza que caracteriza los días de Semana Santa.

“¡Colombia campeón de los juegos!”, gritaban todos en coro, y yo me preguntaba, ¿qué significa eso de ser campeón?
 Comenzaron con una lluvia pertinaz en el primer día -que fue de ciclismo- luego el clima se mantuvo como venía: un calor que se calmaba con agua y sombra.
Me lo preguntaba y me lo pregunto porque veía llenos de tristeza los rostros de quienes quedaban en segundos lugares. “Pero si quedaron de segundos, ¿por qué están tristes?”, el deporte es bastante injusto: sólo encuentra satisfacción si se alcanza la cúspide, el primer lugar, el “ser campeones”, en él no importa el camino (por eso quizás es contrario al principio general de la vida).
Seis videobeams, filas para conseguir boletas cinco horas antes de los eventos, “colados” que no faltan, y gente, mucha gente fue lo que se vio en la Unidad Deportiva Atanasio Girardot.  
 Creo que el significado de ser campeón, o ser el más capaz, es tan etéreo que por eso necesita de grabaciones, marcas, jueces y memoria. De lo contrario sería un simple recuerdo, una simple imagen suspendida en un tiempo que con los años se vuelve indeterminada y borrosa. “¡Ah, sí! Verdad que yo alguna vez fui campeón...”.
La imposibilidad de ingresar me permitió ver el otro lado, a aquellos que por las pequeñas hendijas vieron los juegos.
No crean que con esto que escribo busco demeritar el triunfo de Colombia, faltaría más. No, simplemente quiero expresar lo que sentí al ver a tantos deportistas luchando por ser los mejores: el deporte es un culto a la juventud, a esa eterna lozanía que se quiere preservar como el ideal y  que es mentira, si se mira en conjunto la existencia.
¡Qué viva la lucha de los cuerpos por acercarse a la perfección!, que viva el deporte mientras no sea un culto al ego ni a la forma en menoscabo del fondo.  Yo me seguiré deleitando con ella,  siendo consciente que esa fortaleza y lozanía no dura toda la vida.
Elementos simples como un aro y una cuerda toman un valor inconmensurable en manos de mujeres que, con sus movimientos, seducen y capturan la atención de cualquiera que cruce mientras ellas se muestran.
Nota: felicitaciones a la ciudad por la organización de estos juegos, a los deportistas colombianos por representarnos con decoro, y a Telemedellín por su cubrimiento informativo (están dando ejemplo y van a la vanguardia de lo que debe ser el ciberperiodismo en nuestra ciudad).

Comentarios

Anónimo dijo…
Carlos Mario, buena reflexión la que hacés sobre el deporte y una mirada fotográfica interesante de los juegos desde afuera de los escenarios. Saludos.

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