Así se veía un parque de la ciudad donde vivo a comienzos de este diciembre. Foto: archivo personal. Familia querida, En Alemania todos los centros comerciales están cerrados. Las tiendas para comprar el ‘estrén’ de diciembre también cerraron desde principios de la semana pasada (14.12.2020), solo quedan abiertas las droguerías y los supermercados. Yo no alcancé a comprar detalles para mis compañeros de la maestría, que se convirtieron como en mi familia en medio de la pandemia. Lo único que alcancé a comprar fueron 5 postales de Navidad y ya solo me queda una. No esperaba regalos, y el único que venía desde Colombia -un paquete pequeño que enviaron mis papás desde el 23 de noviembre que traía natilla, mazamorra, bocadillos y panela- todavía está atascado en las aduanas de Leipzig, una ciudad a 253 Kilómetros de donde vivo, que son como casi tres horas en carro. Ayer escuché de mis papás que a partir de hoy (22.12.2020) les impusieron de nuevo el Pico y Cédula, que Navidad y Año Nu
Nos prometieron que, con apego a la constitución y a la ley, nos protegerían. Que, al ser ciudadanos, el Estado estaría allí para nosotros porque vivíamos en una Democracia. Desde el otro lado nos dijeron que había que buscar la revolución, que el cambio solo llegaría por las armas, que era necesario rebelarse ante un estado oligarca y opresor. Nos mintieron. Y nos dejaron solos con el anhelo de vivir tranquilos, amando el lugar que nos tocó en suerte al nacer, disfrutando de la familia y de los amigos, de los días de sol y de lluvia, del amor como solo se entiende entre las montañas, o en los llanos, o en las orillas de los ríos y del mar. El amor de todas sus maneras y colores, en todas sus manifestaciones y con todos los seres que nos rodean. No solo nos mintieron: nos sembraron el odio y la violencia. ¿Qué siente alguien a quien le asesinaron a su ser amado y tiene la certeza de que no encontrará justicia? ¿Qué siente aquel que ve a sus hijos y tiene la cert