Con la compra-venta de notas en la Universidad Pontificia Bolivariana, de la que soy egresado y contratista, aplican un dicho popular y una historia. El dicho: “es muy fácil sacar leña del árbol caído”, y la historia es la de los mensajeros de la antigüedad que, cuando portaban malas noticias, eran asesinados en la comarca a la que llegaban. Estas palabras no buscan ni lo uno ni lo otro, solo piden explicaciones –no como respuestas de un dictado– sino como reflexiones de una familia a la que pertenezco, y que debe sentarse a conversar. No hay lugar aquí para las generalizaciones que nos tildan a todos de corruptos en potencia, ni tampoco para la respuesta anónima de algunos que hablaron de los medios como unos oportunistas y escandalosos, que tildaron a un reportero de ‘traidor’ y a una directora de noticias de HP. Estos extremos nos desvían del tema. ¿Qué nos pasó como familia para que algunos de nuestros miembros igualaran el cultivo del espír...
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