Pretendo volar y más hondo caigo, disfruto el vacío que parece sin término y reitero que no hay que pensar mucho si quiero correr el riesgo, y siento que vale la pena. Disfruto del río, me hago uno con él en sus aguas. Soy lo que la corriente quiere que sea, y también lo que quiero que sea de la corriente: alejándome de ella o aferrándome a las piedras. Otros, como yo, se surten del río que no es exclusivo, que recuerda que nada es exclusivo: si llegás a creerlo es porque no recordás que tiene nacimiento y desembocadura, y vos sos simplemente un punto en ese camino. Este río y estas piedras me antecedieron y seguirán allí cuando ya no exista (así sean otras piedras y otras aguas las del río). Sin embargo, son frágiles y dependientes. Mínimas gotas de lluvia son capaces de volverlo turbio, restarle belleza y quitarle la tranquilidad con que fluye. Igual las rocas, que lentamente se erosionan. El río carga con lo bueno y con lo malo: agua de manantial, troncos de árboles muertos, d...
Caminar por Otros Caminos.