Y se llevaron la alegría de la gente que llenó los escenarios. El aire de fiesta -que estuvo presente por dos semanas en casi todos nosotros- se desvaneció de un golpe, apaciguado por la pereza que caracteriza los días de Semana Santa. “¡Colombia campeón de los juegos!”, gritaban todos en coro, y yo me preguntaba, ¿qué significa eso de ser campeón? Comenzaron con una lluvia pertinaz en el primer día -que fue de ciclismo- luego el clima se mantuvo como venía: un calor que se calmaba con agua y sombra. Me lo preguntaba y me lo pregunto porque veía llenos de tristeza los rostros de quienes quedaban en segundos lugares. “Pero si quedaron de segundos, ¿por qué están tristes?”, el deporte es bastante injusto: sólo encuentra satisfacción si se alcanza la cúspide, el primer lugar, el “ser campeones”, en él no importa el camino (por eso quizás es contrario al principio general de la vida). Seis videobeams, filas para conseguir boletas cinco horas antes de los
eventos, “colados” ...
Caminar por Otros Caminos.